jueves, 26 de mayo de 2011

Priscilla///Capitulo 6

VI


Priscilla se presenta en el comedor con un delicado vestido color celeste y blanco que contrataba con sus ojos, un vestido ideal para la tarde, ni muy elegante ni informal, William se deleito una vez más con su presencia, la verdad estaba claro en la grandiosa belleza de la joven, era un sol andante que brindaba su calor y encanto a los presentes, como todo caballero se levanto para recibirla y no se sentó hasta que ella se hubiese sentando en la silla, los padres no podían estar más felices por contar con la presencia del heredero de los Andrews en su mesa, naturalmente el padre hablaba de los descubrimientos y sus beneficios futuros para la sociedad “la electricidad y los hidrocarburos”,William se mostró tan interesado en el tema y demostraba con fluidez sus conocimientos, Priscilla escuchaba atenta y cuando quería opinar o preguntar lo hacia con franqueza y decisión, la madre no hallaba donde esconder la cara cuando expresaba ciertas opiniones que una dama no debería de expresar frente a los hombres, a veces le tocaba detenerla <<¡Priscilla por favor!>>y ella no hacia caso, Elroy después de la llegada de su hermano la opinión positiva que tenia hacia la joven se convertía pesada por sus imprudencias, William con gracia trataba de aminorar la angustia de los padres respondiendo calmadamente las preguntas y opiniones de la dama, a él no le importunaba su comportamiento al contrario le agradaba mucho descubrir tantas sorpresas en ella, una chica así no se ve todos los días. A la larga terminaron riéndose, el astuto jovenzuelo logro dar un giro de 180º en los temas para olvidar cualquier disgusto.

-Gracias Sr. William por su agilidad de evitar malos ratos en el comedor,disculpe el comportamiento de mi hija
-Sr. Andersen no debería pedir disculpas por tal cosa, al contrario debería sentirse orgullo de su hija, realmente la han educado bien
-Mi hija y yo siempre conversamos de diversos temas cuando tengo tiempo, fue un error no enseñarle que no puede hacerlo con tanta libertad como lo hace conmigo...tal vez su futuro esposo no le agrade
-Tal vez debe buscarle un esposo que le enseñe o sepa como manejarla
-¿como lo hizo usted?-William se quedo en silencio un rato para pensar en una adecuada respuesta corta que no exprese su interés ni desinterés-
-Quizás...-y el Sr. Andersen sonrió satisfecho
-

Por el otro lado la madre regañaba a Priscilla en su habitación, Elroy se encontraba sentada apoyando el sermón de la indignada madre.

-¿como te atreviste? Comportarte así en frente del Sr. Andrews, cuando debiste lucir todos los mejores modales
-Mama pero ni siquiera se disgusto
-Mi hermano no es la clase de persona que demuestre disgusto evidente, pero conociéndole no le agrado mucho
-pero...
-Quizás pensaste que es correcto porque sueles conversar de esa forma con tu padre, pero recuerda que los demás caballeros no son tu padre, una dama debe comportarse como le corresponde...hija mía deberías pedir disculpas al caballero y a la Srta Elroy hoy mismo
-Disculpe Srta. Elroy por mi comportamiento en el comedor, evitare no volverlo hacerlo
-Las disculpas serán aceptadas si no vuelve a opinar tan libremente en conversaciones de hombres
-¡Tratare!
-¡Bien! Me retiro estoy algo cansada, con permiso- y aceptan su retirada, la madre sigue mirando decepcionada a la niña y sin decir otra palabra se retira de la habitación dejándola desconcertada, se sienta en su cama contrariada pensando lo injusto de ser mujer, comportarse como corresponde significaba sentarse bien, vestirse elegante, hablar como un ángel, reír con estilo, obedecer al padre y al futuro marido sin chistar, mantener la boca cerrada mientras los hombres conversan libremente de cualquier tema pues como van a la universidad tiene la suficiente educación profesional para hacerlo y una mujer no, porque no va a la universidad, solo sirve para ser una muñeca linda que toca el piano, pinta <<¡Injusto!>>, Se fue de la habitación malhumorada para irse a disculpar con William sino la madre la hostigaría por desobedecerla, lo busco por casi toda la casa y no encontró rastro de él , cansada se va a su lugar favorito para esconderse cuando se siente mal.

Su escondite no era un lugar de 4 paredes sino un escenario natural con vista al East River, el viento soplaba a su cara y cada vez que miraba hacia aquel río que lo separaba de la otra parte de la ciudad la relajaba, el agua siempre calmaba sus emociones y el sonido de la naturaleza la conectaba a sus pensamientos, siempre cerraba los ojos por largos minutos para llenarse de las bondades de la madre tierra, cuando abría los ojos estaba llena de energía, esperanza y convencida de haber tomado la decisión correcta. William después de terminar de hablar con su hermana en su habitación de invitado sale a respirar aire fresco y sacarse el malhumor que Elroy le dejo, saca de su bolsillo un elegante porta habano, lo abre, toma uno, lo huele, lo enciende, y empieza a fumar. William se había convertido en un habido fumador desde que empezó a trabajar en las empresas de su padre, en cada reunión todos los presentes encendían sus habanos más caro y llenaban de humo toda la oficina, siendo tan joven aprendiz de negocios recién graduado tuvo que adaptarse y tomar dicha costumbre masculina de oficina para no quedar atrás, además que obtenía éxito en relacionarse con los empresarios de bolsa grande, poco a poco fue fumando como si fuese aire que a donde fuese tenia que fumar aunque sea uno. En su momentos de soledad aprovecho el chance de practicar su habito, aparte de pensar en los consejos de Elroy y en el comportamiento de la querubín de la familia Andersen “Priscilla”,, de tanto pensarla no se había percatado de su presencia a unos cuantos metros de distancia, reconoció aquellos inconfundibles ondulados sedosos anaranjados rojizos, su corazón salto de alegría y sin rodeos se dirige donde estaba la dama solitaria ensimismada en una extraña comunicación mística o natural

-¿Que hace tan solita bella señorita?-pregunta con voz baja, Priscilla casi lanza un grito del susto, no esperaba interrupciones en aquel sitio
-¡Sr. William, que susto me ha dado!...no esperaba su presencia digo no esperaba que nadie viniese para acá
¿He estropeado su meditación? Si es así puedo retirarme para no molestarla
-¡No, por favor! Su presencia no es molesta, solo disfrutaba de recibir el viento en la cara.
-mmm...es un bonito lugar adecuado para despejar los pensamientos
-¡Lo es! Quería olvidar algunas cosas
-¿Que cosas han ocurrido para que este tan triste?
-Usted lo sabe...
-Se refiere a lo ocurrido en el comedor
-Si...
-A mi no me pareció tan malo
-Pero a mi padres y a su hermana si les pareció, ¡Soy una chica irrespetuosa que no se comporta como debe ser frente a un caballero!- y se lleva las manos a la cara para que no la vea llorar- nunca podre amoldarme a las normas correcta de la sociedad, ni un hombre me va a querer aceptar si sigo así...¡No puedo aceptar ser solo una muñeca linda de porcelana! ¡No quiero callarme! ¡No quiero! ¡Esto es injusto!
-¡También pienso que algunas normas de la sociedad son una...con perdón de usted, una completa basura!, Nadie tiene porque cambiar ni callar sus opiniones porque la sociedad no lo permite, creo que esta era necesita abrir los ojos urgentemente porque sino nos vamos a convertir en estatuas- Priscilla había parado de llorar y alzo la mirada anonadada antes aquellas palabras tan directas del joven, necesitaba mirar bien si realmente era William quien lo había dicho, él la miraba con esos ojos muy abierto sin una pizca de falsedad ni arrepentimiento, ella no puede evitar reírse intensamente con alegría cuando hace poco lloraba desconsolada, William comprende de inmediato y la acompaña-
-¡Que bárbaro es usted Sr. William, ha insultado a las señoras normas de la sociedad con esas palabras!
-Shhh no lo diga tan alto sino me van a excomulgar de la ciudad
-Dudo mucho que nadie lo haya escuchado cuando lo expreso casi gritando
-¿De verdad? Ups ¿y ahora que hago?
-Tendrá que huir o volverlo a gritar sin pudor
-¿Cual cree que sea la mejor opción? Piense bien la respuesta porque estoy dejando mi reputación en sus manos
-No es mi deber responder pero le aconsejo que siga su corazón
-¡Ah! Entonces eligo la segunda, prefiero mil veces una eterna condena que callar la verdad que ronda mi corazón...-dice con seriedad, Priscilla se da cuenta el mensaje que le acaba de transmitir, sin darse cuenta él la guío a responderse así misma en una simple ejemplo conversacional- ¿Se ha dado cuenta? No debe cambiar algo bueno de su ser porque otras personas no les parece, si gusta opinar sobre temas intelectuales hágalo pero en un momento adecuado...es decir, no en una mesa llena de ancianos porque ellos viven en una época muy antigua, sino donde usted se percate como es el grupo, va buscando poco a poco, escuchando y así se localiza las personas donde puede expresar sus pensamientos...
-¿Usted lo hace así?
-Si...
-Pero los hombres pueden hablar de todo sin que los juzguen
-No todo, nosotros también tenemos normas...hay cosas de las que no se puede hablar
-Pero que hombre va aceptar que una dama así
-Existen muchos caballeros que gustarían escuchar sus opiniones más si viene de una dama tan bonita
-¿No es que era bella? Lo dice porque debo verme fatal, he llorado en su presencia ¡que bochorno!
-Se equivoca señorita aunque este llorando, molesta o riendo se ve muy bella,...usted parece un ángel- Priscilla que se limpiaba su cara se sonrojo ante aquella comparación, los ángeles supuestamente son los seres más celestiales y hermosos que pueda existir, ¿en la tierra un ser humano puede llegar a poseer ciertos atributos?...-
-¡No exagere Sr. William!- contesta nerviosa cubriéndose el rubor-
-No exagero, lo digo con toda sinceridad
-¿Y puede un casi ángel ser tan impertinente?
-Si, los hay muy traviesos y habladores
-¿Puede agradar a un caballero con ese defecto?
-Si, hay cada gusto para cada persona
-¿y a usted le agradaría alguien como yo?-Preguntó con miedo e inquietud, en sus ojos rondaba la esperanza de una respuesta positiva para su ardiente corazón que estaba despierto y alborotado desde que él piso el suelo de su hogar, como alma tan joven no quería esperar demasiado para demostrarle su amor, lo quería ya, al contrario de William que suele ser más paciente y controlado, le gustaba disfrutar las emociones a fuego lento para así disfrutar por completo a larga duración a la dama que escogiese de paso que le encanta conquistar con retos, Priscilla con ese entusiasmo alborotado le dañaba su caza, no la deseaba de manera fácil porque esas emociones se acaban rápido, él ansiaba obtenerla totalmente al igual que los negocios de su padre, así que para que sucediera las cosas como ha planificado debía responder de manera tal que la deje esperanzada y al mismo tiempo no-
-¡Pensé que había dejado en claro eso!, Bueno en general me agradan las personas de amplios criterios e interesantes opiniones...más si proviene de una mujer- Expresa con énfasis en la ultima palabra, él esta sonriente con rayos de picardia en su mirada que la deja aturdida y confusa, de repente la voz de la nana querida se hace presente <<¡Sr. Andrews! ¡Sr. Andrews! ¡Al fin lo encuentro señor! El Sr. Andersen ya esta listo para irse>> le avisa casi sin aliento- ¡Oh voy en camino, muchas gracias! Bueno Srta. Priscilla tengo que irme no antes me gustaría saber a que horas debo venir a buscar
-¿buscar?
-Acaso se olvido de nuestro compromiso para ir juntos recorrer la ciudad que ansío conocer
-¡oh! Pensé que después de lo ocurrido en la mesa no querría mi compañía
-¡Que cosas dice! deseo gozar aun más de su compañía...Dígame ¿a que horas?
-Pues...no se -responde dudosa que la respuestas que últimamente ha dado William la han dejando muy confusa y su mente inocente e ingenuo no lo ha podido procesar bien de paso su mirada se ha vuelto extraña que la pone más nerviosa- no se cuanto tiempo va acompañar a mi señor padre.
-¿A que horas son ideales para recorrer la ciudad?
-A cualquier hora
-En ese caso a las 4:30 de la tarde ¿le parece?
-Si...
-Así quedamos, la espero dentro de dos horas-Besa su mano con galanteo para despedirse, Priscilla le arde la mano al sentir sus labios en su piel- por favor no ponga más esa cara de tristeza pequeña, recuerde que usted es una jovencita muy hermosa. ¡hasta pronto!-

William se retira con calma pero reteniendo una sonrisa de satisfacción, ha conseguido dejarla confusa por el momento, su corazón empezaba arden en su pecho por ella, su inocencia, su encanto, su manera de pensar, su aroma, su entusiasmo, su pasión lo habían enmarañado sin que se diese cuenta, comienza a creer que es un juego que lo ha emocionado pero se mintió así mismo, él había buscado la manera inconsciente de lograr que la pasión de Priscilla se volviese amor, porque deseaba que ella se enamorara de él profundamente.

Priscilla aun permanecía en el mismo lugar meditabunda, analizando lo que quiso decirle William, una y otra vez recordaba cada palabra desde su aparición en su sitio favorito, no había entendido cuando expreso <<“¡Pensé que había dejado en claro eso!, >> ¡que tonta había sido! Estaba tan embobada que en ocasiones no presto mucha atención porque cada vez que lo miraba se perdía en su mirada, sus labios, su cuello, sus manos, sus dedos que estuvieron limpiando sus lagrimas con delicadeza instantánea y acariciaba una que otra vez sus rulos que bailaban en su rostro, antes de responder esa pregunta quizás la respondió en otra pregunta << Existen muchos caballeros que gustarían escuchar sus opiniones más si viene de una dama tan bonita;>> la cuestión que lo dijo en general como la segunda respuesta << me agradan las personas de amplios criterios e interesantes opiniones...más si proviene de una mujer;>> y es en lo ultimo que se enredo cuando se fue, William dijo “mujer”, con mucho énfasis, no dama, no joven, no señora, ni señorita sino “mujer”, en tono vernáculo ¿que habrá querido decir?, se pregunto, ella precisamente es un ser femenino considerado a su edad una mujer adecuada para casarse, es decir, ser la mujer de alguien, sin embargo, es tan doncella que no aprobado la pasión, ni el amor de un hombre para considerarse una mujer completa, más bien es aun una niña con cuerpo de casi una mujer, y para rematar su adorado se despidió enfatizando dos veces lo verde que esta << por favor no ponga más esa cara de tristeza pequeña, recuerde que usted es una jovencita muy hermosa!>> Aquellas palabras le dolieron porque William la ve como una chiquilla y ella no quería ser una niña para él, pero algo la reconfortaba enormemente que a pesar de verla de esa forma deseaba su compañía << deseo gozar aun más de su compañía>> fue lo que dijo acompañado de una mirada que podría considerarse “ardiente”, no pudo haber quedado más confundida.


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